En 1750 Rousseau se presenta en la Academia de Dijón, la cual había creado un concurso de ensayos (muy típicos de esa época) con el tema de: ”¿Han sido las ciencias y las artes beneficiosas para la moral de la humanidad?”. Rousseau ganó el concurso con un ensayo pesimista y que sin duda marcó sus posteriores obras e ideas. Criticó duramente las ciencias y artes por haber sido las culpables del abandono por parte del hombre de su “estado natural”. Esta crítica la planteó desde una hipótesis que chocaba frontalmente con el pensamiento imperante de la época, representado por Hobbes y su famosa frase del “hombre es lobo para el hombre”, y con la cual se justificaba que existiera un gran monstruo controlador, “El Leviatán” (un estado todopoderoso), para poder convivir unos con otros. Este planteamiento fue utilizado para que pareciera necesario el sistema político imperante: el poder absoluto del monarca. Rousseau, a diferencia de Hobbes, no pensaba que el hombre fuera malo por naturaleza, sino todo lo contrario. El hombre es bueno e inocente por naturaleza, lo que le corrompe es la sociedad. El “buen salvaje”, concepto que utilizaba mucho, vivía feliz hasta que aparece el egoísmo, hasta que un buen día aparece el ansia de riqueza, es decir, la propiedad y con ella la sociedad y la injusticia.
Según mi opinión el hombre no nace ni bueno ni malo, se hace según el tipo de sociedad en el que se encuentre. El hombre tiene instintos buenos e instintos malos que dependiendo de la situación salen a la luz. La sociedad ayuda o lo corrompe , pero el hombre nace en un estado intermedio.
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